29 mayo 2011

Ahora me da asco la primavera, la gente que sonríe y el sol cuando brilla.

Cada día se levanta más desganada, con la cara más demacrada y el rímel más corrido. Desde hace meses vive en un mundo paralelo, en su mente tiene una realidad que nadie conoce y es la que ella vive, una realidad en la que debe ser muy desgraciada, pues no hace más que llorar. No come, no sale, no se cambia de ropa ni se desmaquilla. Estoy preocupada por ella, no me habla, paso las tardes enteras a su lado y sólo llora, el día que más hace le da una calada a un cigarro o un sorbo a la botella de ginebra. No sé por qué llora, por qué es tan infeliz, y esto me está matando, me siento culpable teniéndola a mi lado, viendo cómo se mata y sin poder evitarlo.

- Arlett, yo no puedo más con todo esto, cada vez que te veo aquí tirada llorando se me rompe el alma. ¿Qué te pasa? Puede que hablar de ello te duela demasiado, pero déjamelo escrito en una nota, ponme una canción que hable de ello... cualquier cosa, un mínimo gesto para que yo sepa por qué llevo luchando meses. Estoy empezando a perder fuerza yo también, cada día tengo más ganas de tirarme aquí, contigo, y echarme a llorar. Sé que si no descubro motivos para seguir caeré, y entonces ninguna de las dos se salvará porque no tendremos a nadie que nos ayude y yo quiero salvarte, quiero revivirte y que sientas el frescor de la primavera, que vuelvas a salir a la calle con una falda y todos se giren para mirar tu escultural cuerpo, pero así no puedo Arlett, así me hundo yo también.

Imaginaba que no obtendría respuesta, como las veinte veces anteriores que había intentado hablar con ella, pero esta vez me dolió en lo más hondo de mi pecho, fue como sentir una puñalada directa en el corazón. De repente el mundo se me caía encima, ¿qué motivos tenía para vivir? Estaba sola en el mundo, hasta hacía poco la tenía a ella, pero ahora ni siquiera eso, ahora estoy completamente sola, hundida. Cogí un cigarro y me asomé al balcón, de repente la primavera me daba asco, no era más que polen por todos lados, gente feliz porque tenían motivos para vivir, un sol que sale porque cree que hace bien a los demás... Sentí que me caía y me agarré con todas mis fuerzas a la barandilla mientras chillaba, con todas mis fuerzas, como si alguien estuviera arrarcándome el corazón en vida, y es que era así como me sentía.
Empecé a entender la vida que llevaba Arlett, ella había sido más lista que yo y se había dado cuenta mucho antes de cómo funcionaba esto. A nosotras nos tocaba sufrir, habíamos nacido sin ser nadie en este mundo y moriríamos igual. ¿Quién sabía quiénes éramos? Ni siquiera teníamos familia o amigos que pudieran preocuparse por nosotros.