12 diciembre 2010

Carta 1ª. Tu presencia me falta.

Te echo demasiado de menos. Esta mañana cuando me he despertado, al principio creía que todo había sido un mal sueño y he llegado a la cocina con la ilusión de encontrarme tu cara de dormido y esa sonrisa traviesa tan característica en ti cuando se te ocurría alguna idea de las nuestras. Sin embargo al llegar a la cocina tan sólo estaban mi padres de acogida, son muy serios, parece que no les gusta reír ni pasarlo bien pues hablan con un tono muy pausado y tranquilo y jamás sonríen.
¿Cómo es tu familia? ¿Me echas mucho de menos? ¿Cómo es la vida en Rusia? ¿Pasas mucho frío? Dios mío... nunca había imaginado que te quisiera tantísimo. Desde que llegué, cada vez que vienes a mi mente una lágrima se me escapa, no lo puedo evitar. Tu presencia me falta a todas horas, estoy tan acostumbrada a ir contigo, que a veces me quedo sujetando la puerta y esperando a que pases, o para merendar preparo dos vasos de leche caliente...Aún espero a que cuando me meto en la cama te escapes de tu habitación y vengas a desearme las buenas noches; cuando me pongo a leer espero que apoyes tu cabeza en mi hombre, y me digas que deje de perder el tiempo y nos vayamos a jugar al bosque; cuando por la calle tropiezo, echo en falta tus risas y burlas sobre mi falta de reflejos; cada vez que una palabra empieza por h, recuerdo tu nombre; si hablan de familia, me vienes a la mente,Aquel estúpido papelito va conmigo a todas partes, y tu fotografía está debajo de mi almohada para que me protejas por las noches. Pero creo que no funciona, sueño durante toda la noche contigo, con que nos encontramos y nos fundimos en un tierno abrazo. Pero eso no pasará, ahora que nos han separado jamás nos volveremos a ver. En poco tiempo reharás allí tu vida, y ni te acordarás de mí. Aunque siempre estaré aquí, por si algún día decides buscarme y retomar contacto. Esperaré toda la vida, Hedai.